¡Que manera de terminar un año!. Es 28 de diciembre del 2008, son las 6 de la tarde y yo estoy sentado a la sombra de ese ángel. Solitario entre muchos; turistas chinos, defeeños, sacerdotes alemanes y cualquier tipo de especie humana que se puedan imaginar y que tengan los pulgares oponibles para sostener una cámara fotográfica.
Después de haber participado casi involuntariamente en el cicloton (a pie) de la ciudad de México que corría por todo reforma hasta casi llegar al Zócalo; llegue al lugar y formarme según yo para ingresar a la pista de hielo mas grande del mundo, aunque la fila me parecía extrañamente muy corta, sólo para darme cuenta que no era para ingresar a la pista si no que era la fila donde unos jóvenes voluntarios regalaban preservativos a todo aquel ser que se lo solicitara, cuando me toco mi paquete los vi y pensé... mmm creo que estos no son los patines.
Cuando vi la verdadera fila, me desanime y pensé bueno al menos ya la vi en vivo.
Así que decidí seguir explorando, en mi soledad aquel gigante laberíntico Azteca.
Estoy seguro que sus calles están vivas y se mueven y si te descuidas un poco, al dar unos pasos puedes quedar perdido.
Después de mucho caminar entre las calles y no hallar el camino de regreso, escuche a una pareja de ancianos decir que iban a la catedral, pensé en seguirlos así llegaría de nuevo al Zócalo y me podría orientar, aunque esto creo que los puso algo nerviosos, que los fuera siguiendo, los ancianos no eran muy rápidos y me costaba trabajo caminar detrás de ellos a una velocidad mas baja; Fue cuando escuche a otros turistas preguntar por el Zocalo, “Allá adelante les dijo una voz”. No perdí tiempo y seguí las indicaciones. Regrese al Zocalo e hice memoria, pensando bien cual iba a ser mi siguiente paso, esta vez el gigante no me tomaría por sorpresa, tome otra calle, la cual estaba inundada en gritos de vendedores ambulantes, creo que no era un negocio muy licito ya que de repente se escucho unos gritos que interprete como señal de alarma, cual seria mi sorpresa ver que todos los vendedores empacaban sus cosas en los carros ultimo modelo que estaban estacionados en esa calle, decidí hacer lo mismo, no, no empaque nada, sino que abandone la calle y regrese al zócalo, ahora mire al cielo; lo hago cuando necesito una ayuda divina, no me equivoque, vi a lo lejos la torre Latinoamericana- ¡Ya esta!- Pensé por ahí llegue, me dirigí hacia allá, aun no recordaba nada en las calles que me hicieran ver que por ahí había pasado antes pero esta vez no podía estar equivocado. Avance y avance hasta que me encontré con mozo que me dio un volante que anunciaba un restaurante de comida china... la verdad era mas mi cansancio en mis pies que mi hambre pero decidí entrar. Estaba rica la comida, descase y decidí tomar de nuevo mi camino. En el camino vi unas estatuas vivientes, pero pensé- ¡bah! De esas ya hay en mi rancho, no me impresionan. El camino de regreso a mi hotel fue mas ligero, ya con el sol mas benévolo y la barriguita llena.
Cuando entre al cuarto decidí tomarme un baño en la tina y descansar, solo que mi compañerito, me pidió que me saliera, pues traía una conquista y necesitaba intimidad...hasta ahí llego mi descanso. Le deje en el cuarto los “Supuestos patines” que había conseguido en el Zócalo, pensando igual y aquí si sirven para algo. A la salida del Hotel pensé ¿¿y ahora??? ¿¿que hago?? estoy cansado y no ya no quiero caminar, vi a lo lejos el ángel que me saludaba y decidí hacer mi visita de cortesía. Y así fue como el 28 de diciembre de 2009 termine a la sombra de aquel angelote, descansando un poco en mi soledad. No me da miedo la Soledad desde el Kinder somos cuates. Le mande un mensaje a mi madre para compartirle mi momento de reflexión. Me dijo traeme fotos, -ups la camara la olvide -le respondí- Te lo tendré que dibujar.
Ok el dibujo no es muy bueno pero... ¿Quién no conoce al Ángel de la Independencia?
Después de haber participado casi involuntariamente en el cicloton (a pie) de la ciudad de México que corría por todo reforma hasta casi llegar al Zócalo; llegue al lugar y formarme según yo para ingresar a la pista de hielo mas grande del mundo, aunque la fila me parecía extrañamente muy corta, sólo para darme cuenta que no era para ingresar a la pista si no que era la fila donde unos jóvenes voluntarios regalaban preservativos a todo aquel ser que se lo solicitara, cuando me toco mi paquete los vi y pensé... mmm creo que estos no son los patines.
Cuando vi la verdadera fila, me desanime y pensé bueno al menos ya la vi en vivo.
Así que decidí seguir explorando, en mi soledad aquel gigante laberíntico Azteca.
Estoy seguro que sus calles están vivas y se mueven y si te descuidas un poco, al dar unos pasos puedes quedar perdido.
Después de mucho caminar entre las calles y no hallar el camino de regreso, escuche a una pareja de ancianos decir que iban a la catedral, pensé en seguirlos así llegaría de nuevo al Zócalo y me podría orientar, aunque esto creo que los puso algo nerviosos, que los fuera siguiendo, los ancianos no eran muy rápidos y me costaba trabajo caminar detrás de ellos a una velocidad mas baja; Fue cuando escuche a otros turistas preguntar por el Zocalo, “Allá adelante les dijo una voz”. No perdí tiempo y seguí las indicaciones. Regrese al Zocalo e hice memoria, pensando bien cual iba a ser mi siguiente paso, esta vez el gigante no me tomaría por sorpresa, tome otra calle, la cual estaba inundada en gritos de vendedores ambulantes, creo que no era un negocio muy licito ya que de repente se escucho unos gritos que interprete como señal de alarma, cual seria mi sorpresa ver que todos los vendedores empacaban sus cosas en los carros ultimo modelo que estaban estacionados en esa calle, decidí hacer lo mismo, no, no empaque nada, sino que abandone la calle y regrese al zócalo, ahora mire al cielo; lo hago cuando necesito una ayuda divina, no me equivoque, vi a lo lejos la torre Latinoamericana- ¡Ya esta!- Pensé por ahí llegue, me dirigí hacia allá, aun no recordaba nada en las calles que me hicieran ver que por ahí había pasado antes pero esta vez no podía estar equivocado. Avance y avance hasta que me encontré con mozo que me dio un volante que anunciaba un restaurante de comida china... la verdad era mas mi cansancio en mis pies que mi hambre pero decidí entrar. Estaba rica la comida, descase y decidí tomar de nuevo mi camino. En el camino vi unas estatuas vivientes, pero pensé- ¡bah! De esas ya hay en mi rancho, no me impresionan. El camino de regreso a mi hotel fue mas ligero, ya con el sol mas benévolo y la barriguita llena.
Cuando entre al cuarto decidí tomarme un baño en la tina y descansar, solo que mi compañerito, me pidió que me saliera, pues traía una conquista y necesitaba intimidad...hasta ahí llego mi descanso. Le deje en el cuarto los “Supuestos patines” que había conseguido en el Zócalo, pensando igual y aquí si sirven para algo. A la salida del Hotel pensé ¿¿y ahora??? ¿¿que hago?? estoy cansado y no ya no quiero caminar, vi a lo lejos el ángel que me saludaba y decidí hacer mi visita de cortesía. Y así fue como el 28 de diciembre de 2009 termine a la sombra de aquel angelote, descansando un poco en mi soledad. No me da miedo la Soledad desde el Kinder somos cuates. Le mande un mensaje a mi madre para compartirle mi momento de reflexión. Me dijo traeme fotos, -ups la camara la olvide -le respondí- Te lo tendré que dibujar.
Ok el dibujo no es muy bueno pero... ¿Quién no conoce al Ángel de la Independencia?
A lo largo de los años ha logrado forjar un estilo que siempre esta al servicio de la estética, y la pureza de sus trabajos lo demuestra.
